lunes, 16 de noviembre de 2009

Irrealidad.- Diálogo Moderno

Izquierdo y Derecho (con sus respectivas etiquetas al cuello) acaban de despertar de la siesta.

Derecho: Hace calor.

Izquiero: No, frío.

Derecho: ¿Entonces esto es el frío?

Izquierdo: ¿Café?

Derecho: ¿En el centro?

Izquierdo: ¡Cigarrillos!


Noche cerrada en el centro de la ciudad, cafetería poblada, árboles y mesas con sombrillas, Izquierdo y Derecho, tomando asiento y siendo observados por el resto de los comensales (muertos).


Izquierdo: Chocolate caliente.

Derecho: Chocolate caliente.

Mesero: ¿Hirviendo?

Derecho e Izquierdo: Chocolate caliente.

Derecho: ¡Oh ciudad de los gitanos!

Izquierdo (al público): Lorca nos acompaña esta noche.

Derecho (también al público): Lo elegí con mucho cuidado, hoy es tema la revolución.

"Aplauso"

El fondo cambia un poco, ahora el resto de los comensales truenan los dedos a un ritmo jazzesco, las luces bajan, se prende un letrero fluorescente al fondo "MÚSICA Y REVOLUCIÓN".

Derecho intenta encender un cigarrillo contra el viento, mientras Izquierdo saca algunos libros de su mochila, perdidos aún en el sonido de la noche, y los comensales (muertos todavía) siguen chasqueando los dedos sin mirarles, abstraídos, si es que se puede.

La luz cae sobre derecho, está sólo con el ritmo.


Derecho: Algo en tu mochila.

Izquierdo: Es poesía.

Derecho: ¿Lorca?

Izquierdo: Después.

Derecho: Si no es Lorca ¿cómo seguiremos esta noche?

Izquierdo: Mira (arroja el libro sobre la mesa, el mesero llega con chocolate hirviente, las dos lo miran y niegan con cansancio sonriendo débilmente)

Derecho: Página.

Izquierdo: ¿Importa?

Derecho: Número al menos.

Izquiredo: Sesenta.

Derecho: Sesenta, sesenta, sesentas...

Izquierdo: Soy yo, eres tú, somos todos… cualquier persona decente duda. Tanto hemos sido dichos unos locos por creer que en otoño las hojas danzan un ritmito pegajoso con coreografía que recuerda al clown y contamos con al menos dos testigos cuyas declaraciones van en el mismo sentido… pero no vayamos con formalidades triviales de acreditación.

Derecho lo observa sin verlo, sorbe el chocolate, enciende el cigarrillo. Le ofrece uno a Izquierdo que acepta y sigue:

Izquierdo: Hubo días en que nos unimos en una misma raza cuestionadora y la música, espejo trunco de la sociedad, reflejó esta búsqueda en varios sentidos; pero dejemos de lado lo terrenal y, digamos, que los pensadores eran de por sí alucinógenos.

Derecho parece prestarle atención.

Izquierdo: Varias bandas siguieron este camino. La realidad proyectada en varios álbumes alude a un remolino de colores, como esos que se hacen cuando el día está gris.

Derecho: Cuando el día está gris…

Izquierdo (cantando): Picture yourself in a boat on a river, with tangerine trees and marmalade skies.

Derecho (también cantando): Cellophane flowers of yellow and green, towering over your head...

Izquierdo: Cuando John Lennon trató de justificar la coincidencia entre LSD y Lucy in the Sky with Diamonds, parte del álbum rompe esquemas que fue Sgt. Pepper, olvidó un par de cosas: La primera es que dejando de lado los prejuicios de la sociedad que contemplaban sus ropas, sus ideas fuera de y su estado de rock star, la misma canción lo delataba en el uso de…

Izquierdo: La segunda es que no importaba qué diablos dijera (Satanás, Lucifer, Tezclatlipoca) cada uno de sus admiradores iba a entender aquello, incapaz de reproducirlo, pero en la misma sintonía, fuera el mismo asiduo o no a esos métodos de exploración metafísica. Todavía hoy, sabemos a qué se refiere.

Derecho: Cierra la boca Lennon y déjanos escuchar sobre la mujer de ojos caleidoscópicos.

Izquierdo (cantando): Soon, oh soon the light… pass within and soothe this endless night.

Derecho: ¿Sí?

Izquierdo: Yes, un Yes soñador nos canta el amanecer.

Derecho: Túnicas y flores.

Izquierdo: En efecto, también el “amor y paz” cantaba por una irrealidad; por la utopía. El pacifismo mostrado en la mayoría de los movimientos que comenzaron en los sesentas y cuyo idealismo pudo reproducirse aun en los setentas, en cuanto a música y otras artes, es una muestra más de lo fuera de la realidad que nos encontrábamos (como humanidad) y los esfuerzos de reproducirlo en la extravagancia de cierto rock.

Derecho: Y la psicodelia…

Izquierdo: Sería un delirio. Después.

Izquierdo: Digamos, Zeppelin, cuya guitarra se compite en casi toda canción el número uno con la voz… y cuyos lyrics pueden ir de… (derecho ríe) al down by the seaside.

Derecho: ¿Así como así dejó de cuestionarse la realidad?

Izquierdo: En un escenario de luces fluorescentes con el que algunos sólo podremos soñar se desarrollaba la síntesis entre el pensamiento irreal y la música. ¿Así como así dejó de cuestionarse la realidad?

Derecho: ¿Realidad has dicho? ¿Realidad como la de los papeles legales y el mundo que todos conocemos? ¿...y las mariposas amarillas que inundaban ayer mi cuarto qué?

Izquierdo: Eso mismo, mariposas…de esa realidad hablamos…

Derecho: Más que mariposas, hormigas que me han dejado sin nada en el cuarto…y yo sin saber si Carpentier, si Asturias o, si Gabo…

Izquierdo: ¡Oh si, Gabo!

Derecho: Lo mismo que Rulfo…para México al menos, aferrémonos a esto, de otra forma sólo nos quedaría Esquivel y me lo pienso seriamente…

Izquierdo: ¡Pero eso es Realismo mágico!

Derecho: ¿Y no es a final de cuentas y hablando de revolución lo mismo?

Izquierdo sonríe ampliamente y asiente.

Derecho: El punto no es saber dónde nació el Realismo mágico, porque bien podría haber surgido de ver a Remedios la Bella tomando un baño, o de comer codornices en salsa de rosas…

Izquierdo: El último chile en nogada al fin y al cabo…

Derecho: El último (levanta su chocolate caliente para brindar, brindan ante la mirada mortecina de los otros, que siguen chasqueando los dedos sin remedio)…o porqué no, de venir a buscar a mi padre que ha muerto y, curiosidad…

Izquierdo: ¿También estás muerto?

Derecho: Algo hay de eso…aquí no importa quién o cómo elaboró el Realismo Mágico, importa saber para qué surgió este movimiento, ¿para qué?

Izquierdo: ¡Simple! Para manifestar la revolución hispanoamericana al contraste de los mundos con los que la comparaban…

Derecho sorbe su chocolate y apaga la colilla, Izquierdo bosteza y mira al cielo.

Derecho: Acá, en el nuevo continente, la superstición, la magia, lo ilógico y lo sorprendente está día a día, en cada esquina, en una taza de café y en una hoja de papel en blanco.

Izquierdo: Es chocolate caliente.

Derecho: ¡Lo mismo! si todo es así, si América es así, entonces comenzamos la revolución de los sesentas en papeles, en familia, en una eterna espiral que se llama siempre igual…nuestros autores renovaron lo que tenían y quisieron, poniéndolo todo en la misma olla.

Izquierdo: ¿Consomé?

Derecho: ¡Caldo qué!

La noche se vuelve densa y las mariposas les rodean.

Izquierdo: Entre mariposas amarillas, entre aceites que brotan de un cráneo como perfume de vida, nosotros revolucionamos la forma de ver las cosas, la forma de sentir y de pensar, la forma de ver y de hacer.

Derecho: Y creían que Lennon estaba solo con su chica de ojos caleidoscópicos…

Izquierdo: ¿No más palabras vanas?

Derecho: ¿Para qué eso si podemos ver a las hormigas que arrastran un cuerpo? Realismo mágico es sorpresa, irracionalidad en lo más real y palpable que tenemos…

Izquierdo: Vida…

Derecho: Y literatura.

Izquierdo: Let me take you down…

Derecho: ‘Cause I’m going to Strawberry Fields.

Y así concluyó el día en que los Cronopios creyeron, bastante orgullosos de sí mismos, haber alcanzado una verdad.

martes, 20 de octubre de 2009

Música y Revolución

Hoy los miembros de la oficina de Cronopio comienzan su faena. Han llegado al edificio indicado, abriendo las ventanas, dejando que entre el sol, ventilando, pero sobre todo, mirándose unos a otros para compartir listones rojos y azules y, más que nada, abstraerse del mundo y dejar solamente lo que conviene a esta nueva época: los oídos y el corazón.

Ya sentados ante sus escritorios, un grupo de orejas flotantes y corazones palpitantes en exceso, se rascan un cráneo inexistente pensando, y tras largos minutos de lenta cavilación, terminan por resolver, que como siempre, la mejor forma de empezar es hacerlo a la inversa…

Así, nos unimos a la frescura de las ideas revolucionarias, retomamos las batallas incompletas de los jóvenes de ayer, de hoy y no sabemos, pero quizá, de mañana; por lo tanto Cronopio Región Cuatro se prepara hoy para el viaje musical que podría hacerlo ahondar en las aguas de la relación entre música y revolución, o dicho de forma más directa y menos adornada: Hoy la música es aquí, un trozo más de la revolución.

Pocas certezas tenemos de lo que hacemos, pocas aún más de si saldremos bien librados de este viaje por terrenos vistosos, exóticos, como lo son las ideas revolucionarias y las notas musicales que las resguardan sutilmente; incluso hoy la revolución existe, pero está pausada, velada quizá, o aletargada solamente. Sin embargo, hay un grupo de músicos/revolucionarios que están esperando (¿qué?). No podría ser un manual lo que esperan, están cantando el preámbulo (por favor), y no sólo los grupos actuales se han enfrentado a esta situación: la actualidad también le pertenece a los grupos revolucionarios de antaño.

El tiempo aquí no influye para las ideas, lo mismo ahora nos paramos al pie del cañón, lo mismo antes alguien creyó que la música podría cambiar el mundo. Lo mismo escribiremos una temporada sobre la juventud y la música y la revolución, lo mismo que hace cincuenta años… No es nuevo lo que venimos a ofrecer, en realidad, no es siquiera algo olvidado, es simplemente algo añejado que lentamente se ha vuelto un velo invisible entre nosotros, queremos que vuelvan ahora no sólo sus ojos a estas curiosas letras, ahora vuelvan sencillamente, también sus oídos.

Será de música, de revolución, de revolución y en casos extremos, de música; no vamos a decirles qué escuchar, mucho menos a decirles por qué pelear, aunque sí intentamos darles un trocito de la amalgama maravillosa, en que ese Cronopio, campechano y dormilón, se ha venido sumergiendo desde la temporada pasada.

Antes de explorar cualquier idea, o hablar sobre el camino recorrido, damos la bienvenida a la Segunda Temporada de Cronopio Región Cuatro, en las palabras de un grupo tan poco citado como impopular: Let us take you down, 'cause we're going to Strawberry Fields.

martes, 25 de agosto de 2009

Ritual: Los exámenes

Ha sido difícil abordar un tema que tantas ramas tiene como carreras y escuelas existen. En realidad, el Personal Limitado de Cronopio Región Cuatro suele aprender más del trabajo de espionaje que de testimonios. En este ritual en particular hay un patrón innegable: cada uno de los estudiantes seleccionados en un principio nos mintió; nos contó su anécdota más memorable de un examen con una sonrisa en la cara. Habíamos sido informados antes de comenzar esta investigación, de que los exámenes suelen ser algo desagradable para todo aquél que odie ser juzgado de forma tan descarada, y de un momento a otro este argumento se ha ido al suelo.

Ya estábamos por cambiar el formato de nuestra investigación –letra rosa y corazoncitos junto al título, además de fotos luminosas y saludos a los que hicieron posible el texto– cuando, perdidos, dimos con un aula que sufría del ataque examinal. Sólo un par parecía indiferente al examen: uno de ellos salió rápidamente, sin nada más que una pluma en la mano, el otro de forma magistral sacó un pergamino diminuto y empezó a copiar lo que en él decía. El resto era punto y aparte; todos parecían seriamente preocupados, algunos se rascaban la cabeza, se tronaban el cuello, se daban golpes contra el pupitre. Nos quedamos sorprendidos de la cantidad de incidentes desagradables ocurridos mientras veíamos por la ventana, algunos tan fuertes que al día de hoy todavía nos persiguen en sueños.

La verdad es que el examen no es algo que cause risa o felicidad, no parece ser amigo de los estudiantes, los pone sudorosos y ansiosos, les hace incoherentes, a algunos tramposos, puede sacar lo mejor o lo peor, unir o desunir, enseñarnos o llevarnos a lamentables métodos de aprendizaje. Entonces, ¿por qué a nuestros entrevistados les pareció divertido abordar una experiencia de tal índole con tanta gracia?

El Personal Limitado de Cronopio Región Cuatro se ha dividido en esta tarea, conformando dos equipos generales: el primero iría directamente a la experiencia del examen, al momento mismo de la banca ensangrentada; el segundo esperaría un par de semanas para abordar el tema. Tres largas semanas han tenido como resultado conclusiones vagas ¿qué se esperaba? La mayoría del tiempo el equipo estuvo chacoteando en el pasto de las diferentes escuelas disfrutando de los últimos días del verano. Sin embargo, hicieron su máximo al traernos sus casi indescifrables desenlaces.

Primer grupo:

Examen: Leviatán del mundo académico, enemigo de la fiesta, coercitividad del sistema educativo, fin de mes, fin de semestre, calificación final. Fin.

Segundo grupo:

Citando a la mayoría de los entrevistados: “¡Me la pela!” “No dormí en dos días por ese examen” “¿Por qué quieres hablar de eso?” “¡Seis!” “Y para que fuera de opción múltiple” “Y para que fuera abierto” “¡Seis!”


Sin duda, los resultados han diferido de nuestros primeros acercamientos y nos han llevado a concluir algo sencillo: el estudiante promedio es masoquista e indeciso. Disfruta de lo que podría decir la más extrema experiencia que puede dejarle su limbótica condición de estudiante, mas nunca al momento, claro, pues eso le dejaría poco espacio al goce final.

Sí, parece ser que muy en el fondo de cada joven universitario hay una lucha entre hacer las cosas como-debe-ser y seguir la rebeldía a la que lo orillan algunas medidas. Incluso los más asiduos al sistema educativo tendrán un momento de maldecir y bendecir al examen, a la temporada de exámenes, al diez y al seis (lo que sea que signifique esto).

En cuanto a nuestro equipo, después de esta investigación se quedó perplejo, fijo ante el salón, mirando el vacío de las bancas. Los alumnos se paseaban entre las aulas cargados de ojeras, pálidos, demacrados y delirando entre la página 32 y la práctica 8 en el laboratorio “x” mientras nuestro grupo se dirigió a la salida. No será esto un campo florido, del todo un ritual, pero sí una buena forma de conocer a los estudiantes tal cuales son.

jueves, 13 de agosto de 2009

Ritual: El Antro / El Bar (parte dos)

Una vez que Don Chocho, a fuerza de arrastrar y prometer copitas de jerez y cigarritos a los miembros de la oficina de Investigación de Cronopio Región Cuatro (quienes ya habían empezado a contar globos verdes flotando a su alrededor), el equipo entero se retiró a dormir, reposando la bebida y la mente para prepararse para el día siguiente y con ello, la parte restante de su investigación de campo: El bar.

Cerca de la caída del sol, Don Chocho se reunió con nuestro equipo en la plaza de la ciudad desde donde habrían de desplazarse ahora al reconocido establecimiento, haciendo una fila india digna de conquistadores españoles o contribuyentes en el último día; el primer golpe al llegar al lugar fue el aroma; la presencia de la cerveza y el gentío, llenan el lugar de una vivacidad a la que muchos recurren para hacerse más sociales, más conocidos o al menos más existentes, en el caso de nuestro equipo, para quedarse con la boca abierta y los ojos abiertos de par en par ante la puerta y nuestro guía empujándonos dentro con un “Vamos, vamos, la hora feliz no dura todo el día”.

Mientras nos movíamos al ritmo de un raro baile de meneos siguiendo a Don Chocho, que terminamos luego por descubrir no era otra cosa sino el caminar entre los bancos dispuestos alrededor de pequeñas mesas, dimos con que la barra estaba más atestada que una oferta navideña y que algunos de los que ahí estaban, alzaban las manos saludándonos con amplias sonrisas, ojos aborregados y movimientos torpes, a voz en cuello con curiosos: “¡Compa, cuánto tiempo!” y el más curioso “Mi’ja, yo te conozco” que hizo que una de nuestras integrantes se encogiera de hombros e intentara saludar, de no ser por nuestro amable orientador, que llegó en el momento adecuado.

Luego de largos minutos de contemplación, esperando a que una mesita se desocupara, nos acomodamos cerca de una terraza y nos dispusimos a beber cerveza como los demás y fumar cigarros, como tenemos costumbre; de pronto nuestro equipo se percató de dos curiosos fenómenos que no había detectado un día antes en el antro: El primero fue el rumor de las pláticas, tan intenso que por momentos –si se pone mucha atención– se puede uno percatar de que no son las voces de los presentes, sino de alguien más, tal vez fantasmas que se han quedado para siempre a hacerle compañía a los vivos, o bien que subsisten del aroma a licor.

El segundo fenómeno fueron las pláticas, mientras en una esquina se discutía sobre el incremento en la taza de desempleo, la crisis mundial, la influenza desencadenada y el poco turismo, en la otra se hablaba de la película de moda, la visita de Angelina Jolie a Irak y el reciente sepelio de cierto “rey”; nosotros nos dedicamos a mirar, porque eso de intervenir no se nos da del todo, sobre todo nos divertimos de lo lindo, mirando los malabares que en algunos locales hacían los meseros, en otros, el amigo que se ofreció a ir por las bebidas. De vez en cuando nos salpicaban, refrescándonos y sacándonos una sonrisa.

Al poco, un grupo de jóvenes que festejaban el cumpleaños de uno de los suyos se nos unió en lo que nos pareció un ritual ameno, abrazos, brindis, y conteos rápidos para ver quién bebía más y mejor; cabe señalar que algunos de nuestros miembros terminaron más alegres de la cuenta, expresando su amor a los desconocidos que nos prometieron afecto eterno y fidelidad perpetua.

En el calor de la bebida y el ambiente, resultó que nos pasamos de las tres de la mañana ese día y que pocos prestaron atención a las conductas de cronopios, que ya hablaban solos, acariciaban conejitos y se debatían buscando muros libres; nuestros actos no llamaron mucho la atención en un medio donde todos empezaban a tener diversas manifestaciones de su yo interno, los que hicieron casi a nuestras actitudes, reaccionaron con gusto y hasta se nos sumaron en la búsqueda de un armario amplio, una pared al menos blanca y un cuadernillo para tomar apuntes.

Fue así como pasadas las cuatro de la mañana, Don Chocho hizo favor de recolectar al equipo entero, subirlo en un taxi y mandarlos a casa, no sin antes cobrar el resto de sus horarios, por supuesto; y es ahí, en casa del equipo, desde donde a la mañana siguiente, reunidos en la sala, con café a la mano, nos pusimos a escribir y el resultado fue el presente. Así la Oficina de Investigación del Cronopio Región Cuatro, ha llegado a una pequeña pero efectiva conclusión: Los antros y los bares, son muy parecidos a las Universidades.

Los pasillos aglomerados, las aulas ruidosas y las conversaciones en los jardines, no son otra cosa más que alusiones a lo que ocurre en estos sitios de esparcimiento, bien a bien, el preámbulo de lo que será el después de clases, la salida con los amigos para dejar lejos la escuela, aunque luego en el bar y el antro, es como si uno la llevara a cuestas; si ya hasta parecen lugares de estudio, más cuando vemos que no se habla de otra cosa entre las “bolitas” de jóvenes, más que del ámbito estudiantil: que si el profe fulanito dijo esto, que si la tarea de mañana, que si el examen del viernes, o que si el martes luego de la prueba nos venimos a festejar todos, eso es diversión académica.

Así la Oficina de Investigación da por terminada su misión y mientras nos miramos unos a otros planeando ya el próximo viaje de reconocimiento, dejamos campo libre al siguiente ritual en lista. Sin más por el momento, nos despedimos ahora que hay posibilidad.


Atte. P.L.C.R.C. (Personal Limitado del Cronopio Región Cuatro)

domingo, 2 de agosto de 2009

Ritual: El Antro/ El Bar (parte uno)

Existe una sección en Cronopio Región Cuatro que ha permanecido oculta hasta ahora, al menos por estas cortas semanas; se trata de la Oficina de Investigación, que generalmente hace un buen trabajo, siempre y cuando no llueva y terminen saltando de charco en charco. Se instalaron en varias universidades, pensando que ahí tendrían alguna experiencia, algún rumor, vamos, algún material de trabajo para definirse a sí mismos. Revelamos ahora su posición porque han abandonado sus puestos, no sin antes entregarnos un trabajo contundente, bien hecho, corto, pero determinante en el siguiente ritual.

Transcribimos textualmente su última entrega.

Oído en un pasillo universitario:

Alumno A- No manches, las cosas están gruesas en Nicaragua.- El Alumno B, que ha estado oyendo, se muestra conmovido. –

Alumno A. -Bueno, desde acá es difícil ayudar. –El Alumno B lo mira sorprendido.

Alumno B- ¿Qué? No te oí, es que todavía no me decido a dónde ir el fin de semana.



Los infiltrados tenían la intención de recabar información referente a los rituales de entrega de tareas –tema que los tiene muy interesados– mismo que hemos dejado completamente de lado, con la intención de seguir el objetivo de cronopio y con la prueba irrefutable de nuestro error. El equipo de cronopio ha abandonado sus intenciones de viajar a Nicaragua, planeado para seguir lo que luego se comprobó, era una pista falsa, y ha invertido lo ahorrado con ese fin en una visita guiada que nos hará el favor de brindarnos un conocedor del tema, quien ha preferido permanecer anónimo (Don Chocho), por los bares y antros de las ciudades centrales de México.

Así, nos hemos dado cuenta de que efectivamente habíamos estado antes en uno de estos lugares, y que teníamos confundidos los términos “baño público” y “antro”. La aclaración ha sido útil sobremanera, y por demás educativa.

Don Chocho ha resultado, fuera de un conocedor de antros y bares, un experto ahorrador (aún nos preguntamos cómo es que nunca habíamos descubierto los cinco usos de un pañuelo desechable). Tan sólo hemos necesitado el doble de lo requerido para nuestro viaje a Nicaragua, para poder cubrir los gastos de nuestra nueva travesía. En palabras de Don Chocho, esto ha sido toda una ganga.

Nuestra primera parada fue una delicia; entramos a un lugar levemente iluminado, lleno de un olor gozoso. Nos sentamos cómodamente en la terraza, prendimos algunos cigarrillos y luego llegó Don Chocho a sacarnos amablemente de aquél café al que entramos por equivocación, dejando una taza de exquisito americano atrás.

Después, hemos llegado a nuestro destino final. Nos unimos a una multitud que miraba con ansiedad a un punto al frente. Preguntamos a varios qué esperaban y recibimos un par de “no sé” y muchos “entrar”. Tratando de fundirnos con el ambiente, comenzamos a girar la cabeza nerviosamente una y otra vez y a gritar números al azar como el resto hacía. Uno de nosotros cometió la imprudencia de gritar “¡Bingo!”, pero afortunadamente somos rápidos en eso de sellar bocas. Finalmente, cuando gritamos “cuatro”, un hombre corpulento nos ha señalado y nos ha guiado hacia la entrada, ante miradas furiosas y suplicas de ayuda, nos preguntamos si nos habíamos salvado de alguna ejecución, pero no, eran ideas nuestras. Fue entonces cuando lanzamos un prolongado “ahhh” y nos dimos cuenta de que conocíamos dicho lugar desde hacía años, cuando fuimos arrastrados por una multitud madrugadora y pasional.

El antro es un lugar oscuro y caótico con sonido estridente y mil historias sucediendo al unísono. Dado que no podíamos sentarnos, ni siquiera en las mesas vacías, cedimos al ritmo, mismo que se mantuvo en una línea el resto de la noche. Observamos un patrón: los que contaban con una botella tenían derecho a sentarse en una mesa. Decidimos comprar una y esperar a que la magia sucediera. Unas cuantas horas después, conducidos por una guapa edecán, nos dirigimos a nuestra mesa en la orilla de la pista de baile.

Lo contenido en la botella era whisky, situación que recibimos con gusto incontenible, pues el equipo de cronopio goza enormemente de tan amaderado liquidito. Mientras por un lado observábamos como hipnotizados los bailes/cantos cercanos a nosotros, comenzamos a bebernos nuestro exquisito elixir. Así, mientras el equipo de cronopio consumía su bebida, ocurrió algo por demás curioso: una canción distinta y caracterizada por una sucesiva repetición de bajos y percusiones, provocó la locura en el entorno, de pronto, casi todos los presentes se habían reunido en la pista de baile arrastrando a nuestro equipo, a quien no le quedó más que unirse a la aglomeración, moviendo los brazos y dando de saltitos, en un ritual digno de una exhortación fluvial, donde cuando nos dimos cuenta, literalmente, ya habíamos hecho bola.

La danza se prolongó por largos minutos, hasta que Don Chocho, advertido por la Dirección, de que algunos miembros de nuestro equipo no pueden mantenerse en la mira del público luego de las 3 am (de lo contrario podrían empezar a vomitar conejos, comer pared o escribir su vida pasada en francés), nos ha sacado a empujones por una salida casi abandonada. Nos ha dirigido hacia una avenida concurrida y nos ha sentado en la banqueta. El Personal Limitado de Cronopio Región Cuatro sigue preguntándose todavía por qué Don Chocho se puso a levantar el pulgar como un loco, antes esto tenía sentido, pero el amaderado liquidito tiene tirado en la banqueta al equipo a pocos minutos de las tres de la madrugada…


Sigue en la próxima entrega...

lunes, 27 de julio de 2009

Ritual: Técnicas de Estudio

El alumno promedio, o el promedio de los alumnos, tienden a buscarse un método de estudio efectivo, ameno e interesante, lo que es desde principio algo demasiado difícil de encontrar; cuántos de los alumnos tienen el hábito de estudiar día a día al menos una hora, ni cómo saberlo, pero sin duda alguna serán tan pocos como lectores hay en nuestro país.

Se nos ha dicho desde nuestros primeros años en la escuela que el estudio es la forma de alcanzar el éxito, o al menos, de tener una buena calificación en las evaluaciones. También se nos ha proveído de un par de técnicas que pocas veces ponemos en práctica pero que todos conocemos al punto. Incluso las más mencionadas tienen sus fallas, como podrían tener sus puntos buenos.

Con el objetivo de tocar las más memorables, realizamos una lista corta basados en testimonios de cinco de la mañana, con el fin de hacerlos verídicos y honestos.


-Relaciona esto con aquello.


Nos dicta a relacionar lo que está tratando de aprenderse con algo distinto, ajeno, lejano al tema académico, como una vaca pastando, imagen que sin duda es más frecuente que la de algún término en latín o una fórmula especialmente complicada. Así, cuando queremos recordar frente al escritorio, con la mente en blanco y el lápiz en la mano, cuando tratamos de convencernos de que es más importante el examen frente a nosotros que la ardillita al otro lado de la puerta, pensamos en una vaca pastando. Voilà, tenemos cinco tipos penales que nos las arreglamos para relacionar con el verde del pasto, las manchas negras de la vaca y la mirada asesina mientras mastica y traga (una relación sencilla).

Claro que siendo esto una trampa al cerebro, insulto a la inteligencia como algunos le dicen, tiene sus fallas. Primero, es posible que recordemos más a la vaca pastando que en sí a lo que se relaciona con ella y lleguemos a extremos en verdad desagradables para el profesor promedio (divertidos para el profesor cronopio) de encontrarse con respuestas correctas que más bien parecen absurdas como “Era algo en relación con la dicotomía en las manchas de una vaca”. Ha ocurrido incluso que se tome a ofensa personal (véanse los profesores que no se sienten a gusto con el término “vaca”) y no a una respuesta correcta puesta en una especie de metáfora fallida. Recomendamos ampliamente no se utilice la imagen de la vaca pastando por más familiar que sea a la mente estudiantil actual.


-“Estoy haciendo un acordeón, pero no lo voy a sacar”


El clásico acordeón: una lista de conceptos breves, sencillos y lo suficientemente pequeño para ocultarse en cualquier sitio, lamentablemente no en el cerebro del alumno, donde tuviera mejor empleo. Y desde luego, si este acordeón saliera a la vista dejaría de ser una técnica de estudio. Aun así, las personas que recurren a este método, lo hacen con letra pequeña, en un diseño práctico como para sacarlo a la hora del examen... sin hacerlo. El acordeón guardado en el examen, es lo que podría denominarse el placebo de las técnicas de estudio. Aunque no debemos olvidar al alumno en la situación contraria, siempre presente, que se levanta de pronto de su asiento. “¡Se me perdió!” y vaya que sabemos a qué se refiere.


-Encierro bibliotecario


El encierro bibliotecario es quizá la más efectiva técnica de estudio. Tres días antes, el alumno se encierra en la biblioteca a piedra y lodo, saliendo para lo más básico: comer, dormir, usar el baño y claro, chelear. Cosas realmente básicas se emplean en este método, incluyendo otras técnicas; la memorización, la relación de conceptos con cosas amenas, y el recurrente: “Tengo buena memoria” y “Va a estar papa” para evitar la ansiedad y ocasionar que el bibliotecario nos mire con una curiosidad bien fundada.

Pero como se ha dicho, tiene sus fallas. La más frecuente es la ceguera; después de un estudio arduo de días y la mente que ya no le cabe ni un dato más, salimos al mundo que sigue sus horas como si qué. Nos deslumbra el sol y ahí tenemos: ceguera y un examen diseñado para ser contestado en sistema braile que le quitó horas a la secretaria del profesor, aspecto que sin duda afectará nuestra calificación, que a final de cuentas es lo más importante en todo el mundo (Perdonen la frase anterior, alguien accedió a nuestro sistema).

Otra de las fallas de este método, no menos importante, puede ser la pérdida de la noción del tiempo, víctima de la costumbre al lento transcurrir entre textos de Borges, Microbiología, Química y Álgebra, el alumno sale al mundo exterior para no saber si es jueves, domingo, día de muertos o 1994 y acaban de asesinar a Colosio o a Selena; peor aún, puede creer que es el 2012 y los mayas no estaban equivocados (sí, lo que viene ahí es una ola gigante).



He aquí, una lista modesta de técnicas de estudio ¿es esto un código o una regla? Es una conclusión estrecha, primera, con intenciones de ser modificada con regularidad para que conserve su vigencia. En realidad estamos siempre en las mismas, la suerte nos acompaña, la memoria funcionará si le ponemos empeño y tenemos el “Trabajo mejor bajo presión” para justificar nuestra falta de responsabilidad que generalmente se resume en una pregunta: ¿vale la pena estresarnos por algo que tal vez salga mejor de un golpe? Lo vale, pero… Pero. Y ahí está la razón.

Ahora bien, somos conscientes de que no son todas las técnicas y que existen otras como: hacer mapas conceptuales, leer todo en voz alta una y otra vez, ponerse el libro sobre la cabeza en un intento desesperado de ósmosis, etc; es por eso que…

Cronopio solicita su ayuda para localizar la técnica de estudio más adecuada, sus características son:

-Un poco de alcohol.

-Un mucho de música.

-Un demasiado de aire libre.

Fue vista por última vez en las inmediaciones de lo desconocido, vistiendo de azul y llevando bajo el brazo un ejemplar de Álgebra de Baldor, el segundo tomo de la Historia Mundial y parte del Cantar de cantares. Si alguien allá afuera conoce, ve o a empleado esta técnica de estudio, le pedimos nos proporcione su paradero.

Atte. P.L.C.R.C. (Personal Limitado de Cronopio Región Cuatro)

miércoles, 15 de julio de 2009

Instrucciones para comenzar

Me niego a compararme con un ipod, una mac, un iphone. Me niego a seguir haciendo publicidad a apple en la primera entrada al blog. Le planto un “no” en la cara a quien nos ha llamado la generación net. Por qué, me pregunto, ¿por qué el resto de las generaciones son delimitadas por un factor que en efecto les brinda una característica? Incluso la generación x, que prefiero no abordar por miedo a la grunge people under my bed. Y me respondo, que es por una nueva cultura que ni nos define ni tiene ideología, sino una gama completamente nueva de paranoias, miedos, pseudo diálogos y pseudo identidades. Un nuevo manual de rituales, escrito de forma más lineal, como si la generación del ’68 tuviera el suyo en una pasta finísima y estuviera narrado por nada menos que Octavio Paz y el nuestro esté en elrincóndelvago redactado por Stephanie Meyer.


Cronopio está aquí para que usted, amado lector que viaja por la red, se distraiga un poquito, para que tire el barquito a la fuente. No vamos a venderle productos para el hogar, no vamos a ponerle wallpapers gratis, tampoco a pedirle que haga un cuestionario para saber si su IQ es más alto que el de Madonna; vamos a darle una probadita del México joven. Aprovecharemos las vacaciones que nos quitan del plano académico tradicional, tenderemos el primer puente iniciando la primera temporada con los rituales del estudiante promedio o eso que se dice “promedio” y que rumoran, “estudiante”. A final de cuentas, sólo lo estamos invitando a tomarse un café con nosotros. Si eso le parece demasiado, nosotros pagamos la cuenta. Y ya.